POR LOS CAMINOS DE VILLA DE LEYVA. Otra oportunidad que parece queremos dejar pasar!
Por Oscar Gilede M.
Caminos indígenas, reales, veredales, servidumbres, y otros son sin duda un sin número de posibilidades para un verdadero manejo ecoturístico y de este modo seguir posicionando a Colombia como destino de naturaleza. De esto no se supone que hablan desde el presidente hasta los alcaldes y concejales de los municipios más recónditos de Colombia? Argumentándolo como condición para el desarrollo económico de regiones con potencial turístico?
Hace apenas unos meses atrás la ciudad de Bogotá mostro con gran orgullo su reordenación y reapertura del camino a la cumbre del Cerro de Monserrate, demostrando que si se puede tener un sendero que puede ser usado por muchos y de modo gratuito; con fines deportivos, de esparcimiento, de observación ecológica y de peregrinación y que hoy es usado a diario por bogotanos en primera línea y por muchos turistas llegados de todas partes de Colombia y del mundo.
Que buen ejemplo para muchas ciudades del país que podrían ver en sus áreas naturales aledañas el modo de crear sitios adecuados para mostrar otra faceta de la ciudad y estimular actividades sanas a campo traviesa para sus niños y jóvenes incitando al deporte y actividades de educación ambiental y ecoturismo.
La pregunta ahora es, Villa de Leyva se va a quedar atrás de estos procesos? Con tristeza vemos como ecologistas a ultranza movidos mas por sentimientos retrógrados de los 70’s y que en realidad saben muy poco de cómo funciona realmente un ecosistema se oponen con un NO, NO, NO!!! rotundo y sin base solida que sostenga su argumentación. Ya han sido bien documentados muchos estudios por biólogos y ecólogos (no ecologistas) de los Efectos de Disturbios y en particular Efectos en la Creación de Senderos, concluyendo que desde que no se interrumpa la bóveda del bosque se logra mantener la composición, estructura y función del área. Incluso algunos disturbios leves pueden traer efectos positivos estimulando la recuperación y coincidiendo con los denominados Disturbios Intermedios.
Es así como estas áreas pueden ser usadas de modo regulado y seguro y es la manera como se opera en muchas ciudades del mundo donde dependiendo de diferentes eventos de la naturaleza y clima son abiertos o cerrados para no correr riesgos.
Los ejemplos son muchos, ciudades en Europa abren sus áreas naturales próximas para ser usadas durante el invierno como estaciones de esquí y cerradas en caso de avalanchas o de nevadas fuertes. Y durante las otras estaciones se abren para senderismo y observación de fauna y también cerradas en caso de riesgo por incendios o lluvias extremas. En Australia suceden muchos casos como estos pero el de Monte Coot-tha es de resaltar, este cerro a solo seis kilómetros del centro de Brisbane es un buen ejemplo de manejo de estas áreas, que para este caso se podría pensar en inmanejable puesto que este cerro limita con el Parque Forestal de Brisbane (25.000hectáreas), el más grande del mundo al lado de una gran ciudad. Aun así se usan senderos únicos con una gran regulación, señalización y educación ambiental, basada en sentido común y en la muy conocida línea del ecoturismo “No Dejes Huella” y “Capacidad de Carga“.
Los magníficos cerros que Villa de Leyva tiene de telón de fondo se convierten en un gran potencial de verdadero turismo ecológico, los senderos ya existen y han sido usados de modo tradicional desde hace años por campesinos, locales y turistas. Algunos son milenarios como el camino indígena a Chiquiza, otros veredales como La Hondura, reales como La Toma de los Españoles, o un poco más recientes como el del Santo y los del Hotel Duruelo y finalmente los hechos por todos los acueductos locales; que por cierto han afectado mucho mas drásticamente las cuencas altas y medias de las quebradas, disminuyendo o incluso desapareciendo el caudal de la cuenca baja y que al pasar por el pueblo se convierten en cloacas. Impactos estos que comparados con los ocasionados por caminantes y deportistas no son nada.
Para información de todos estas quebradas se están convirtiendo en otro lunar de la villa y bueno en otro Festival mas “El Festival de las Mangueras y Tubos“. Y en una serie de reclamos por parte de los usuarios que ven un supuesto riesgo en el uso de estas por parte de caminantes y no se dan cuenta que el riesgo más grande es el abuso y la forma desproporcionada como se está tomando agua. Bocatomas sin diseño de ingeniería acordes al sitio para no causar impacto a poblaciones de peces, cangrejos y otros. O captaciones que probablemente si se investigara a fondo saldría a la luz que no corresponden con lo aprobado para garantizar la permanencia en el tiempo de estas únicas fuentes de agua y de selva alto andina que sobrevive en estos pequeños cañones.
Todo esto nos lleva a una gran paradoja de si es bueno o no usar estas áreas, pero si esta problemática de las quebradas por uso irracional por parte nuestra o por crecientes naturales que pueden causar inundaciones como las que ya hemos vivido años atrás o de incendios devastadores, las colocamos dentro de la premisa “No podemos proteger algo sin conocerlo” nos daremos cuenta del gran potencial que tenemos en nuestros cerros en términos de educación ambiental que conllevará a un conocimiento directo de la problemática y a un compromiso y movimiento por parte de todos para protegerlas. Garantizando para generaciones futuras el disfrute de estos senderos así como lo hicieron nuestros antepasados Muiscas por cientos quizás miles de años, sin causar los riesgos e impactos que hoy estamos viviendo.